OTOÑO Y FLOR DE
NARANJO
Termina un otoño de
ocres dorados enmohecidos.
Con la humedad que conservan las capas de hojas inmóviles
Hasta que el viento libere secando para que crujan bajo los pies.
Terror de las horas suspicaces, comienzan a temer reticentes
que nada es verdad, que ya se esfumó la brisa.
Con la humedad que conservan las capas de hojas inmóviles
Hasta que el viento libere secando para que crujan bajo los pies.
Terror de las horas suspicaces, comienzan a temer reticentes
que nada es verdad, que ya se esfumó la brisa.
Que ya no es caricia, que condena
al oscuro lugar donde habitan los absurdos.
Eludiendo los controles, en fuga al escuchar las risas.
Verlo soñar, otros sueños aterra, turba la razón.
Azorada busca su nombre en los rincones del delirio,
no está, no…y es el desánimo de los versos.
Aturdidos versos que no escribirá hasta pasado el invierno.
Cuando las nieves ya no sean eternas y el sol se digne a
quemar.
Entonces, solo entonces se hará recuerdo, en la piel
cansada de espera.
Hay una música festiva que disfraza las horas, camuflando la
tristeza.
Oculta, pequeñita como una de las flores del naranjo, allí estará.
Beatriz Graciela Moyano
Mayo-2013-
Beatriz Graciela Moyano
Mayo-2013-
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